martes, 12 de febrero de 2013

Decálogo para evitar el NO entre los labios

Es tarea constante de los padres revisar las prácticas comunicativas y afectivas que se están teniendo con los hijos, esta es la base para lo demás, es lo que más recordarán ellos de nosotros.
 Antes del NO podemos respirar profunda y pacientemente, poner la mente consciente, lúcida y flexible, abriendo las perspectivas de las situaciones, cada segundo con nuestros(as) hijos(as) es sagrado. Y pregúntate:
1.       ¿Realmente es necesario decir que no a esto?
2.       ¿Cuáles son las consecuencias de que  haga lo que está pidiendo el niño(a)?
3.       ¿Por qué lo pide? 
4.       ¿Es una verdadera necesidad?
5.       ¿Es un capricho?
6.       ¿Qué ejemplo le hemos dado en este respecto? (Si nos ve todo el día con el celular en la mano - aunque sea trabajando - es de esperarse que pida jugar con el celular a menudo).
7.       ¿Su petición trata de comunicarnos algo más que su deseo de pedir algo? (Por ejemplo atención, mimos, mirada, etc.)
Lauma Sader Bujana, nos ayuda a organizar nuestro lenguaje con 10 maneras de evitar el NO.

1.       Adecuar el ambiente al niño.
Si estamos en un ambiente lleno de cosas delicadas y/o peligrosas, difícilmente podremos evitar decir “no” a todo. Por ejemplo: meternos en la sección de cristalería de una tienda de antigüedades con un niño de 2 años cansado o con ganas de jugar en un parque es una receta segura para el desastre. Pues lo mismo si dejamos a su alcance objetos delicados (jarrones de cristal, adornos frágiles) o peligrosos. Mientras más adecuado al niño sea el ambiente, más libremente podrá desarrollarse el niño en él. 
2.       Retirar al niño de ambientes inapropiados. Si ya nos encontramos en un lugar inadecuado para niños y el niño se muestra disgustado, podemos simplemente salir de allí. En lugar de “no toques esto”, “deja aquello en su lugar”, podemos invitarle por ejemplo a asomarnos al balcón para mirar la luna, o contar las estrellas, o mirar los autos pasar, etc. 
3.       Satisfacer la necesidad subyacente del niño. Muchas veces un niño que está pidiendo cosas que sabe que no puede, o no debe obtener, lo está haciendo para comunicarnos otra cosa. Cuando se comporta de manera inadecuada, por ejemplo golpear al hermanito, escribir sobre la mesa, etc. nos está comunicando algo. Muchas veces ha sido una falla de los padres como por ejemplo dejar al niño desatendido o jugando solo durante mucho rato. Si le damos nuestra atención, un abrazo, verdadera presencia, muy probablemente dejará el comportamiento inadecuado, casi de inmediato, sin necesidad de decirle explícitamente que no. Podemos preguntar por ejemplo: “hijo, ¿qué pasa? ¿qué necesitas? ¿estás enfadado?” y acercarnos a darle un abrazo.
4.       Ser flexibles. Si realmente no tenemos prisa y no le va a hacer ningún daño quedarse diez minutos más en la bañera, ¿para qué decir que no? Podemos decir que sí y todos felices :) Considerar las proporciones del contexto en que está solicitando algo.
5.       Ser didácticos. ¿Quiere jugar con un cuchillo? ¿Le parece interesantísimo picar verduras para ayudar a mamá en la cocina? Pues podemos darle una verdura fácil de cortar, como el zapallo italiano por ejemplo, y enseñarle (obviamente dependiendo de su edad y destreza) a usar un cuchillo correctamente (sea uno plástico, o uno normal), enseñándole a cogerlo por el mango, a cortar siempre lejos de la otra mano, etc. Los accidentes con cuchillos ocurren principalmente por una de las dos razones siguientes: usar un cuchillo con poco filo por lo que tendremos que hacer mucha fuerza para cortar y haciéndola puede resbalarse y hacernos daño, o no saber usar un cuchillo. Así que o le enseñamos (dependiendo de su edad, obviamente), a usarlo adecuadamente, o le damos algo blando y un cuchillo plástico, o simplemente mantenemos los cuchillos fuera de su alcance.
6.       Explicar y dejarle experimentar (dentro de parámetros seguros) para comprender por qué algunas cosas son peligrosas. Muchas veces cuando decimos “cariño, no hagas esto”, el inconsciente no oye el no, y sólo percibe “haz esto”. Mucho más efectivo que decir “no”, es explicar e incluso mejor aún es demostrar por qué algo es peligroso. Decirle a un niño quince veces que el horno está caliente y puede llegar a quemarse es menos efectivo que cogerle la manito, a una distancia prudencial del cristal de la puerta del horno de manera que no pueda tocarlo por sí solo y explicarle (por ejemplo recién encendido o un rato luego de apagarlo, de modo que esté caliente al tacto, más no lo suficiente como para quemar) que está muy caliente y que si lo tocamos, podemos quemarnos. Podemos tocar la superficie nosotros y exagerar el gesto o expresión de dolor, y luego tomándole la manito, acercar un dedo un instante y retirarlo. De esta manera sentirá la temperatura, sin llegar a quemarse obviamente, y muy probablemente no volverá a acercarse cuando nos vea encender el horno.
7.       Ofrecer alternativas. Sin decir explícitamente que no, podemos ofrecer dos actividades, o dos comidas, o dos opciones, etc. de donde el niño pueda elegir. Así tiene cierto control sobre la situación y volvemos más horizontal la toma de decisiones, tomando en cuenta las preferencias del niño. Por ejemplo: En lugar de decir “no, no podemos quedarnos más rato, ya es hora de cenar”, podríamos decir “vamos a casita a cenar, ¿me ayudas picando la lechuga para la ensalada o prefieres poner la mesa?”, o podríamos decir “vamos a cenar y bañarnos, ¿cuál prefieres hacer primero?”.
8.       Modelar un comportamiento. Los niños son esponjas, todos lo sabemos, absorben y repiten nuestros propios comportamientos. Creo que todos hemos visto en algún momento a un padre perdiendo los estribos con sus pequeños, gritándoles “no se griiiiiiiiiitaaaaaaaaaaa”, ¿o no? Nada más absurdo, estamos dándole al niño un mensaje confuso, diciéndole que no grite, a la vez que modelamos lo opuesto, gritando nosotros mismos. Otro ejemplo es acariciar al gato delante del bebé, y decirle “al gato lo tratamos con cariño”, si le estaba pegando, por ejemplo - en lugar de decir “al gato no se le pega”, o “no le pegues al gato”.
9.       Aprovechar las consecuencias naturales como aprendizaje. Una de las cosas más inadecuadas es el castigo, después, obviamente, del hecho de ser algo irrespetuoso y dañino para el niño, es lo ilógico que es el usar consecuencias artificiales - muchas veces incluso desmesuradas - que el niño muy probablemente ni relacionará con el hecho inadecuado que haya ocurrido, ni aprenda de ello otra cosa que no sea a temerle a sus padres. ¿Suena lógico? Siempre que sea viable, es mejor enseñar a través de las consecuencias naturales: “¿Querías agitar vigorosamente la caja de cereal abierta cuando acabo de limpiar el suelo y te he pedido mil veces que mejor juegues con otra cosa y te he explicado que si la agitas así acabará cayéndose el cereal por el suelo?” Pues ahora que tenemos un desastre, podemos explicarle al niño que nos gusta tener la casa bien limpia, y muy probablemente él solito irá a buscar la aspiradora. Podemos dejarlo limpiar un poco, para que aprenda las consecuencias de tirar cereal en el suelo y luego acabar de recoger nosotros. Muy probablemente habrá aprendido y dejará de volver a hacerlo, le hemos respetado, hemos enseñado positivamente a través de las consecuencias naturales de un hecho.
10.   Distracción o Negociación.
La negociación a diferencia de la distracción ofrece nuevas alternativas, dándoles a elegir. La distracción directamente conlleva a otra opción, aumentando su frustración o sensación de estar obligado a hacer algo que no quiere.
Por ejemplo, decirle a nuestro hijo si se le ocurre comer helado a las 12 de la noche, que no podemos comer helado a esta hora porque es muy poco digestivo, pero darle a elegir si lo quiere comer mañana, después de comida o a la merienda con alguna fruta.
Enfocarse hacia la negociación, no tanto como desviar la atención, salvo en casos puntuales, ofreciendo al niño varias elecciones más sanas, para que él decida y tenga cierto “poder” sobre la situación, disminuyendo su frustración e impotencia por no obtener lo que quería en un principio.   

A continuación un video que sintetiza el cómo evitar comunicarnos repitiendo constantemente a nuestros pequeños maestros (as) el NO.
-      NO toques eso
-      NO subas la escalera
-      NO botes la comida
-      NO le pegues a tu hermana
-      NO vayas a la cocina
-      NO te metas al agua
-      NO  vayas a quebrar eso
-      NO
-      NOo
-      N0o
-      nOoooo
-      no!………. Hasta que se deforma, se agota la palabra y quien la usa como un recurso “educativo” también.

El evitar el NO, no significa que dejemos de nombrarlo, sino más bien utilizarlo adecuadamente cuando sea necesario.

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