En estos momentos es inevitable recordar una
escena de la película “Amelie” donde la protagonista está en la azotea de un
edificio imaginando, mirando y preguntándose al horizonte ¿cuántos orgasmos estarán
ocurriendo en ese mismo instante? (15).Y ahora yo me pregunto ¿cuántos orgasmos
han tenido en esta última semana? O
mejor ¿Cuántos placeres han gozado esta semana? Es que la sexualidad como
lenguaje, es tan compleja como simple de vivirla. Si reducimos la sexualidad a
la genitalidad estamos perdidas, en el tiempo, en el espacio y desconociendo en
su fondo la plenitud de nuestro cuerpo.
La sexualidad es un potencial genético
arraigado a nuestra memoria celular, a nuestra memoria ancestral vivida y
revivida en distintas épocas paganas, profanas y sagradas. Alejarnos de nuestra
sexualidad, es también alejarnos de nuestra esencia femenina, masculina, animal, conectada con la
naturaleza del sentir y la gratitud de estar vivos, respirando.
La sexualidad es una invitación a expresarnos,
comunicarnos y conectarnos con movimientos, formas, aromas, sabores, sonidos,
temperaturas, paisajes… Con todo aquello que se nos ocurra ligado al respeto,
al amor, la comprensión, al placer, al gozo de sentir más sueltas o más apretadas las riendas de las
emociones, conduciéndonos a una revuelta
de hormonas, dispuestas siempre a la acción.
Siempre contaremos con referentes de
fotografías, libros, películas, revistas
donde se hable de sexualidad, pero aquello no tendrá más validez que lo que
cada una le quiera dar porque muchos de estos referentes en vez de ayudar
destruyen la integridad de la sexualidad, sentida con todo el cuerpo, con o sin
sexo y todos los pequeños grandes gustos en nuestra intimidad.
Hace un tiempo me hice una lista de placeres
que les puedo compartir en esta esquinita del post. Estos iban desde el gusto
de comer chocolates en mi fase premenstrual, pasando por rebozar mi cuerpo con
aceite de almendras luego de una larga ducha, jardinear, sentir los rayos de
sol en los ojos tirada en el pasto, hasta dormir con mi hijo, entrelazado a mi
teta y sintiendo el cuerpo de mi compañero calientito en mi espalda. Que placer
más rico saber ¡que siento!
¿Qué siento? Hacerme esta pregunta me da el
pie para lanzarme a la cama y destapar el colecho. Siento que es lo mas rico,
sublime, poderoso (aparte de haber parido),encantador, suave, dulce, delicioso
dormir con mi cachorro y regocijados en los brazos de mi compañero.
No
vamos a decir que el colecho es una nueva manera de dormir compartiendo la
misma cama o habitación entre abuelos, padres, hijos, tíos, sobrinos… es una
práctica muy antigua, ancestral (tal como el porteo y muchas otras prácticas
que la gente “moderna” olvida). Salvo en casos muy puntuales no está
recomendado practicarlo, como por ejemplo: en problemas de obesidad,
tabaquismo, alcoholismo, consumo de sedantes, entre otras investigadas por el Dr. James McKenna (“Dormir con tu bebé: una
guía para padres sobre el colecho”).
De pequeña dormí con mis padres, ellos nunca
supieron que eso era “colechar” y yo menos, lo vine a saber cuando mi hijo
nació, debido a que mi suegra nos preguntó por qué armábamos la cuna. Nos
miramos sorprendidos con cara de- Si tu sabes para qué-. Luego nos enteramos de
que “eso” de dormir con los hijos se llama colecho y que el mercado ya tenía a
disposición múltiples muebles para adaptarlos en el dormitorio.
Así, en nuestra intimidad abrimos las
sábanas, las mantas, frazadas y despejamos los peligros para unir nuestros
cuerpos durmiendo todos juntos. Sin dudas que quienes nos visitaban se preguntaban
o directamente nos decían ¿duerme con ustedes? Y los más osados ¿cómo lo hacen
para su vida íntima? Porque claro, la sexualidad es “súper” importante en la
pareja, “el abandono” de la sexualidad perjudica la relación, entre otras
bazofias que de seguro quienes practican esta manera tan amorosa, amable,
afectiva, cálida y respetuosa de dormir han escuchado!
Pues bien señoras y señores, se puede! Sí,
claro que se puede practicar sexo, vivir la sexualidad en plenitud,
desbordarnos de sensualidad, regocijarnos en el erotismo a cien grados celsius
con todas las especias y practicar colecho porque no sólo existe la cama para
tales vivencias y mucho menos la noche para gozarlas.
Sólo con un poco de creatividad podemos indagar abriendo nuevos rincones de la
casa, del parque, en las vacaciones, en el auto o donde sea… no existe un lugar
puntual para las caricias, abrazos y besos ¿O a caso cuando eran adolescentes
necesitaban un techo o como mucho una cama para hacerlo?…
Los momentos intensos, ricos, amorosos,
revitalizantes pueden ser con o sin la pareja porque la sexualidad no es sólo
genitalidad, sino que es el placer de vivir con todos los órganos y sentidos. Pese
a ello se insiste en el coito como único vehículo de canalización de la energía
sexual. La libido es una energía que mueve, que brota a chorros por los poros,
es preciso estar en conexión con nuestro cuerpo para dejarle fluir.
Es arduo trabajo erradicar los tabús, miedos,
mitos, creencias adoptadas enriqueciendo la educación sexual y el conocimiento de
nuestro ciclo menstrual, especialmente en nosotras, ya que en cada fase de nuestro ciclo nuestra
energía varía, nuestro útero vibra de
maneras distintas, lo cual nos hace estar con más o menos conexión o apetencia de
encuentros potencialmente sexuales/coitales. Sentir/oír/intuir con honestidad
el deseo de fusión sexual, puede ser debelador, ya que lo único que podría impedir
que una pareja tenga buen sexo con la frecuencia deseada (según yo) es la “escasez
de apetito”. Esto último puede ser temporal,
circunstancial o definitiva, teniendo múltiples causas: estrés, aburrimiento,
cansancio físico, tratamientos farmacológicos, abuso de alcohol, la existencia
de otros problemas muy ocultados en la persona, entre otros. En pocas palabras
desnudar el alma y no necesariamente el cuerpo
nos puede guiar para saber cómo estamos vibrando, lo que me lleva a pensar
que el colecho no será la causa, como mucho una excusa para evitar la
sexualidad con la pareja.
A sincerarse, a ser honestas con el sentir y
expresar lo que se quiere o necesita; vivir nuestro cuerpo de mujer con gozo es
un camino para descubrir, no obstante el cuerpo como sea lo dirá o gritará de
algún modo.
Para terminar me gustaría compartir el
capítulo “Todo es cancha” de la popular película “El Chacotero Sentimental”. Es
muy simbólico no solo por el colecho de la familia entera afectada por el
hacinamiento, la falta de espacio y la postergación social que vive muchas
familias en Chile, sino también de cómo la sexualidad moviliza a la organización
social, sintiéndose como una causa común
que les pertenece a todos en lo más íntimo de sus vidas (todo termina en
público, pero se apañaron para vivirla intensamente).
Colectivo Mamaluz.
Celeste.
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