Crianza respetuosa,
con apego, crianza corporal. Son muchos los nombres que posee un estilo de
ejercerla educación social y cultural en nuestros hijos. Algunas difieren
exponencialmente de otras, por ejemplo las de lógica conductista versus la de
enseñanza emocional y proponen desafíos a los padres de diverso orden. Por el momento,
me gustaría hablar de las expectativas de los métodos que plantean enseñar sin
reprimir, más bien, acompañar.
La crianza con apego
(attachment parenting) se basa en
los desarrollos teóricos del doctor Willian Sears (1939), estadounidense, quién
ha construido una base de 7 pilares sobre los cuales se asienta la crianza con
apego. Las cuales se sustentan en el principio de que todo niños tiende a
buscar la compañía de un adulto, es esto lo que les permite sobrevivir y
convertirse en seres sociales. John Bowlby, en 1951, propone la hipótesis de
que la depresión y las disociaciones sociales en la adultez tiene como origen
el desarraigo de la madre, en los primeros años de infancia, lo cual ha sido
fruto de que hemos traicionado nuestro propio código genético, en donde está
escrito que somos seres sociales, sin un otro que se haga cargo de nosotros en
la primera infancia no sobrevivimos, los que lo lograron, quedan profundamente
daños. En este sentido, la expectativa es criar individuos sanos,
emocionalmente contactados con otros, capaces de reconocer sus falencias y
potencial, tendientes a establecer relaciones emocionales sanas con otros y por
supuesto, poder cuidar a sus futuros bebes de la misma forma. Aquello, puede
conllevar un enorme despliegue de estrategias y formas que cada pareja de
padres debe concretar para lograr que las necesidades del nuevo miembro de la familia
esté resuelta. No es fácil generar individuos sanos, cuando muchas veces son
los padres quienes han sido violentados, desalentados, enajenados de su propio
mundo emocional, idolatrando el individualismo y el éxito económico como única insignia
de valía social.
Por
otro lado, pero en la misma línea, está el concepto del conntinumm,
desarrollada por Jean Liedloff, mediante estudios etnográficos y etológicos, ha
establecido que los bebes necesitan de la experiencia para adaptarse a su
medio, y en ese sentido los cuidadores, padres y madres, lo que hacen es
supervisar, pero no guiar esta experiencia. Lo único que deben proveer es contacto
físico continuo, lo cual se traduce en: porteo (hasta que comience el
desplazamiento autónomo del bebe) colecho, lactancia a demanda y atención
oportuna a sus necesidades. Las expectativas tienen que ver con generar
individuos funcionales y socialmente aceptados para el entorno, por lo general
este tipo de crianza no se da fácilmente en sociedad post industriales,
patriarcales y capitalistas, porque los valores son otros, las necesidades de
los padres son diferentes. Por lo tanto, en este contexto, llevarla a cabo es
una tarea titánica, pero no extraña, porque ambas apelan a un instinto natural
que yace en todo ser humano (con mayor o menor fuerza, aun cuando no me
arriesgo a hablar de universalismos del instinto materno/paterno): sobrevivir.
Es la lucha contra los valores establecidos en esta época lo que
nos hace especialmente frágiles a la hora de lidiar con las expectativas de lo
que pensamos que sería y lo que tenemos en la realidad. Si pudiéramos criar en
un ambiente más comprensivo y conectado con las emociones más positivas, lo que
pasara al interior de cada hogar no sería algo propio de cada hogar, sino tema
de todos. La crianza es un tema social, del cual todos y todas somos
responsable. Ante estas expectativas no queda más que refugiarse en calor de
hogar y construir fundamentos sólidos como familia y enfrentar lo que nos dejo
el pasado y proyectar hacia el futuro, además de vivir un día a la vez.
Colectivo MamaLuz.
Carolina.
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